Algunos padres y madres ya los conocen a la perfección, otros están
viviéndolos y el resto solo han escuchado historias de terror sobre esta
famosa y temida etapa en la vida de los niños y las niñas.
Terribles o no, lo cierto es que los dos años son muy expeciales pues marcan el inicio de la independencia de nuestros hijos e hijas: comienzan a tomar sus propias decisiones y se dan cuenta que pueden hacer más cosas sin la ayuda de mamá o papá.
Te comparto una lista de cosas positivas sobre los terribles dos, para que recordemos siempre que hasta las etapas más difíciles tienen su lado bueno.
1.- Es la edad del descubrimiento
Aunque nuestros hijos desde que son bebés están en constante descubrimiento del mundo que los rodea, a los dos años es cuando la verdadera aventura comienza.
Ya son capaces de caminar y recorrer el mundo por sí solos, a
diferencia que antes solo podían ver y tocar las cosas cuando mamá o
papá se las acercaban.
Lo bonito de esta parte es que todo es novedad para ellos, así que constantemente están descubriendo, experimentando y aprendiendo.
2.- Te contagian su capacidad de asombro
Antes de tener a mi hija no solían asombrarme o emocionarme cosas tan
simples como reventar burbujas, ver un ave o escuchar un sonido
inusual. Los niños a esta edad en la que son exploradores expresan abiertamente su sorpresa y alegría al descubrir algo nuevo para ellos.
Así es como ahora, a través de sus ojos, podemos ver de un nuevo modo
el mundo que nos rodea y asombrarnos con las maravillas que
regularmente pasamos por alto al ser adultos y dejarnos llevar por las
responsabilidades del día a día.
3.- Sus travesuras, aunque a veces increíbles y desastrosas, nos divierten

Cuando mi hija era una bebé, mis amigos con hijos mayores me
advertían a modo de broma que la disfrutara mientras se dejara llevar en
brazos y no caminara, porque después me la pasaría detrás de ella
corriendo y sorprendiéndome con las travesuras que haría.
A manera de profecía, llegaron los dos años y fue como si se hubiera activado un interruptor de travesuras dentro de ella. Y así comenzaron a llegar, forzándome a ocultar mi inevitable risa al ver el desastre que había hecho
al tomar uno de mis labiales y pintarse la cara y manos enteras, o al
verla correr hacia mí sin ropa de la cintura para abajo y con el pañal
en la mano.
4.- Te sorprende la perseverancia que puede tener tu hijo
Otro nombre que me gusta darle a los dos años es "la edad del Yo", y
es que esta es una de las palabras que más repiten en esta etapa de sus
vidas, pues comienzan a hacerse independientes y a querer hacer las cosas por ellos mismos.
Lo que más me agrada de esta "edad del Yo", es ver lo perseverantes que pueden llegar a ser, intentando las cosas una y otra vez. Rendirse no es una opción para ellos,
así que si después de varios intentos no pueden hacer lo que quieren
por sí solos, piden ayuda a mamá o papá hasta que se hace lo que con
tanta energía deseaban lograr.
Sin duda su perseverancia es un gran ejemplo y motivación para que nosotros mismos luchemos y trabajemos por aquello que anhelamos.
5.- Comienzan a demostrarle cariño a quienes aman

Parte de su desarrollo en estos dos años es que comienzan a
establecer mejores relaciones sociales con su familia y sus amiguitos.
Los abrazos, besitos y frases de cariño comienzan a llegar para inundar
tu día de amor. Hasta el día más horrible de los terribles dos se te olvida con un beso y un abrazo de tu hijo.
6.- Te emocionas con cada palabra nueva que aprenden
¡Qué emoción cuando nuestro bebé dice su primera palabra!
En los dos años continúan aprendiendo palabras nuevas todos los días,
repitiendo las que nosotros decimos y comienzan a probar formando frases
para comunicarse con nosotros y que suenan de lo más tierno. Una buena
idea para conservar estos lindos momentos es recopilar las frases célebres de tus hijos.
7.- Valoras más los buenos momentos porque ahora vives berrinches como nunca antes
Cada mamá y papá reacciona diferente a los berrinches en público pero
sin duda todos esperamos lo mismo: que se termine pronto. Aunque cuando
estamos a mitad de una rabieta
en público desearíamos desaparecer como por arte de magia, cuando
nuestros hijos están tranquilos y son cariñosos, aprendemos a valorar
ese contraste y entender que aunque haya malos ratos, los buenos momentos hacen que todo valga la pena.
8.- Aprendes a desarrollar más tu paciencia
¿Quieres aprender a ser más paciente? Ten hijos. La pondrán a prueba todos los días, sin importar quién esté presente o en dónde se encuentren. Respira, cierra los ojos y respira. Recuerda que los berrinches son pasajeros.
9.- Pierdes por completo la vergüenza
A tu hijo no le importa si te da verguenza bailar en público o si cantas horrible. A los dos años te empujan a hacer cosas que normalmente no harías,
como tener juegos de rol y fingir voces para mantenerlos entretenidos
en momentos aburridos, cantar canciones infantiles a todo pulmón, bailar
de manera ridícula y hacer el payaso con tal de hacerlos reír.
10.- Tienes un compañerito que te seguirá a todos lados

Los niños son imitadores por naturaleza y a los dos años comenzamos a notar esta característica de ellos, al ver cómo repiten muchas de nuestras acciones o comienzan incluso a expresarse como nosotros, ya que para ellos nosotros somos su modelo a seguir.
A mí me encanta cuando mi hija me sigue y le gusta hacer cosas que
disfruto hacer, es un excelente momento para compartir algo juntas,
aunque admitamos que en ocasiones utilicemos a nuestra conveniencia ese
fanatismo que sienten hacia nosotros como papás para que hagan lo que
nosotros queremos hacer.
11.- Ningún día es aburrido
Pregúntale a cualquiera que tenga un hijo de dos años o haya pasado
ya por esta etapa. Te aseguro que ninguno podrá decirte que "hoy no hizo
nada" o que no pasó nada distinto (¡o completamente raro!). Todos los
días con un niño de 2 años son completamente diferentes, llenos de
ocurrencias y anécdotas divertidas.
Para mí los famosos terribles dos no son tan terribles, solo son una etapa en la que nuestros hijos comienzan a descubrir sus emociones y a entender que son seres independientes a ti,
capaces de tomar sus propias decisiones y en la que a veces nos toca
lidiar con ellos mientras aprenden a reconocer y entender sus emociones.
Pero mientras sepamos llevarlos de la mano y ser pacientes, tanto padres como hijos podremos disfrutar de los buenos momentos, sin dejarnos llevar solamente por los difíciles.
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